sábado, 2 de abril de 2011

Inquietudes

No. Que no.
No intento ni hablar,
porque no tengo que decir,
lo intento escribir
y no me sale nada.

Que mala suerte tenerte encontrado
Y penetrado en tu paranoia,
que es mía también,
la dividimos como el humo del cigarro
que soplo en tu labios,
inflando y contaminando
tus flacos pulmones de niño.

No.
Ya me he olvidado
de tus trazos otra vez
y nunca crees en mi cuando digo
que no te acuerdes de mi,
así es el tiempo con que te alimento
el alma que dices que no hay.

No.
Recházame y golpéame
cuando tengo ganas
de me aproximar de tu calor
y de sentir tu droga
en mis venas de cristal,
porque el normal no es para mí. 

No.
No me extrañes jamás
y no quieras más de la vida
ni del mondo,
que en el fondo te tiene atrapado
por tu bolsillo.

No.
Lo que te puedo enseñar
es un mar sin retorno
en una playa cualquier,
que no quiere saber de nadie.

No.
No me digas más
que estoy cansada de oír filosofías,
dame antes tus inquietudes
y las compartimos,
porque la juventud no es para siempre...

Y nuestros cerebros dementes
no pueden ser comprendidos.

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