Ya te había dicho
que me da asco
el trastorno de esta ciudad,
que se va mi expresión
y que mis ojos quedan rojos
como la sangre
que no quieres tomar.
Vuelves a tus viejas drogas
y yo a mi maldad sin corazón…
Que no hay razón
para el conforto de morir
sin aprender a no pensar.
Te lo intento enseñar,
el arte de mirar por la ventana
y tener ganas
de cantar a todo el mundo
que en el fundo no hay miedos...
El secreto es no regresar jamás,
entrar desnudo y nunca partir,
sin extrañar lo que no se puede tener.
Y además,
volver es imposible
para bestias como tú y yo,
hechos para caminar descalzos
con los rechazos
a nuestros pies.